El estudio de las herencias se ha abordado tradicionalmente desde el Derecho, la Economía, la Historia e incluso la Antropología. Gracias a una Beca Leonardo de la Fundación BBVA (2021), el catedrático de Sociología de la Universidad de Málaga Luis Ayuso ha desarrollado una investigación pionera en España porque se plantea desde una perspectiva sociológica, enfatizando cómo se encuentran incrustados los sistemas de herencias en el modelo de sociedad predominante en cada momento histórico. Se trata del proyecto ‘Herencias en la sociedad digital. La gestión familiar de las transferencias intergeneracionales y el patrimonio en la España del siglo XXI.

El enfoque teórico seleccionado para esta investigación contempla las transferencias intergeneracionales que se producen en vida (inter-vivos) y las que se producen al fallecer (post-mortem), y ambas a nivel macro y microsocial. El análisis sigue los principios de la nueva sociología económica, que enfatiza las cuestiones relacionales, culturales y simbólicas que rodean a la vida económica actual.

“La sociología de la familia nos enseña que las herencias constituyen el último proceso de comunicación de la persona fallecida con su familia y que encierran elementos que deben analizarse desde esta perspectiva. Se combinan aspectos culturales basados en la tradición, pero también cuestiones privadas cambiantes propias de la forma en la que los miembros de las familias han negociado con sus allegados la transmisión de su patrimonio, la existencia de expectativas sobre el mismo, así como cuestiones de carácter emocional y simbólico cada vez más importantes y que ponen en cuestión el marco normativo”, señala Ayuso, que también es el subdirector del Centro de Investigación Social Aplicada de la UMA (CISA).

Los resultados de esta investigación contribuyen a conocer mejor este aspecto de la realidad social española, y a poder predecir algunos aspectos fundamentales de la sociedad del futuro, desde nuestros cuidados o la forma de gestionar nuestro legado, hasta cuestiones más generales vinculadas a nuevas formas de desigualdad y de justicia social.

Para abordar este análisis se organizaron cuatro grupos de discusión en País Vasco, Madrid, Cataluña y Galicia, y se realizaron cuatro entrevistas en profundidad a personas mayores de 75 años. El objetivo era arrojar luz a la diversidad de discursos existentes alrededor de esta realidad, sobre todo por referirse a aspectos de los que tradicionalmente no se suele hablar al relacionarse con el dinero y la muerte.

“Por primera vez se tienen datos cuantitativos sobre la gestión de las herencias gracias a una encuesta nacional estadísticamente representativa a 1.127 personas mayores de 60 años. Hemos elegido este grupo de edad por existir más probabilidad de haber recibido una herencia, poder preguntarse sobre su gestión, así como haberse planteado qué hacer con su legado” destaca Ayuso.

Estructura familiar y relaciones intergeneracionales

Según el investigador de la UMA, no se puede entender el papel que juegan las herencias en la sociedad española actual sin conocer bien sus características familiares. “La generación de personas mayores de 60 años se caracteriza según nuestro estudio porque dos de cada tres (67%) tienen pareja estable con la que conviven, con 2,1 hijos de media y 2,5 hermanos; el 84% tiene también alguno sobrino/a. Se trata por tanto de generaciones con una red familiar significativa que aún no experimentan la reducción de dicha red debido al declive demográfico que vivirán las siguientes generaciones. Se observa, eso sí, un paulatino proceso de “nuclearización de la familia” por el que ésta tiende a girar sobre la pareja y los hijos, a diferencia del pasado, donde estaban más presentes los hermanos, sobrinos, abuelos y nietos en el día a día familiar”, afirma.

La satisfacción con las relaciones familiares suele ser muy alta sobre todo con el hijo con el que se mantiene un mayor contacto (9,58 sobre 10) y con la pareja (9,27). Estas generaciones se caracterizan por el apoyo informal a sus miembros, constituyendo una red invisible pero que es fundamental para el manteamiento del bienestar social. Un 51% afirma haberles prestado ayuda a sus hijos para irse de casa, y un 18% a sus sobrinos. El 72% ha prestado ayuda económica a sus hijos para formarse (supone el pago de dinero directo dedicado a clases de idiomas, música, otros tipos de formación extra curricular o en centros privados o concertados) y un 16,5% a sus sobrinos; e incluso un 16% afirma haber ayudado a sus hijos a emprender algún negocio o hacer alguna inversión productiva, y un 10% a algún sobrino. Esta presencia de ayudas informales intrafamiliares a hijos y sobrinos también están presentes en el día a día y bajo diferentes fórmulas; el estudio desvela que un 37%  ha ayudado a sus hijos en el último año a hacer frente a gastos cotidianos, tales como llenarle el carro de la compra, pagarle la luz o el agua, darle dinero para terminar el mes, etc. (21% a sobrinos) y un 48% afirma haber ayudado a sus hijos en el último año con el cuidado de sus nietos por el trabajo de sus progenitores (un 18% a sus sobrinos).

La función social que realizan estas personas mayores de 60 años con sus familias supone el sustento social de las generaciones más jóvenes, que de no existir incrementarían las brechas de la desigualdad social en nuestro país. Esta ayuda puede considerarse también como una “herencia en vida” al referirse a la transmisión patrimonial de una generación a otra. Debe interpretarse dentro del contrato informal entre padres e hijos. Se trata de una especie de ley no escrita por la que una generación ayuda a la siguiente en el proceso de movilidad social ascendente. Este hecho depende también de las circunstancias y el momento económico e histórico vivido por cada generación; en el caso del presente estudio, el 58% de las personas consultadas afirman que han ayudado a sus hijos más de lo que en su momento les ayudaron a ellos sus padres.

 La gestión de la herencia futura

Un último bloque que se abordó en este estudio era el referido a la percepción de los españoles sobre su propia herencia. Solo un 12% de los encuestados espera recibir una herencia en el futuro. Cuando la reciba tiene previsto sobre todo repartirla entre los miembros de su familia (25%) y guardarla (23%); sólo un 8% tiene previsto invertirla en algo material, y un 10% piensa darse algún capricho. El 15% no sabe muy bien lo que hará pues no lo ha pensado aún.  

Pese a la importancia que tienen las herencias para la transmisión del patrimonio familiar en un país tan centrado en la familia como el nuestro, aproximadamente un 30% de los mayores de 60 años afirman que no han hecho aún testamento, porcentaje que asciende hasta el 46% entre los que tienen entre 60 y 64 años.

Según el estado civil, han hecho más testamento los viudos y casados que los solteros y divorciados; y según el régimen del matrimonio, el 77% de los que tienen separación de bienes sí que han hecho testamento frente al 67% de los que tienen régimen de gananciales. A medida que aumentan los ingresos personales, así como el número de hijos, lo hace también la probabilidad de haber hecho testamento.

Las razones que dan aquellos que no han hecho testamento son muy variadas (Gráfico 14), pero se centran principalmente en no haber podido por falta de tiempo o dejadez (31%). Por edad no hay diferencias significativas importantes, aunque los mayores de 80 suelen responder de forma más frecuente que no les gusta pensar en ese tema y que no tiene nada que dejar, mientras que los más jóvenes son los que menos tiempo tienen, muestran más dejadez, y los que no saben lo que van a hacer.

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