El Centro Internacional de Español de la UMA (CIE-UMA), adscrito al Vicerrectorado de Internacionalización y gestionado por la Fundación General de la Universidad de Málaga, realiza experiencias educativas innovadoras y con un enfoque didáctico constructivo que no dejan indiferente a cualquiera. El alumnado del programa Dickinson College ha puesto en práctica un año más una experiencia real que parte del aula, es decir, de la información que recibe el estudiantado en clase, y posteriormente experimenta y vive en el lugar que visita. En este caso la actividad se ha llevado a cabo en La Alcazaba de Málaga, guiada por la profesora del CIE, Cristina Ortega, especializada en el arte hispanomusulmán.

Por un lado, el estudiantado ha recibido información del monumento a través de una charla formativa, con proyección de imágenes mostrando una maqueta para ver la geolocalización de la fortaleza, el antes y el después, así como un mapa de la ciudad musulmana en 1487 y la de ahora en 2024. Según Ortega, “el objetivo es ver los cambios principales, es decir, cómo era antes y cómo es ahora, adónde llegaba el mar y dónde está ahora. En otras palabras, cómo se ha ido transformando la ciudad en elementos arquitectónicos como la mezquita mayor, los baños árabes y comprobar que algunas calles principales siguen manteniendo su nombre, como Especerías y Granada, entre otras”, subraya.

Por otro, el alumnado ha conocido cómo estaba distribuida la ‘ciudadella’ malagueña, con la formación de sus tres murallas y cómo se atravesaba de una a otra hasta llegar a la zona privada, donde vivía el gobernador con su familia. Para lograr una experiencia más real e innovadora la docente normalmente hace uso de la imagen (generalmente fotografías) con el objeto de mostrar los tipos de construcción, la reutilización de elementos arquitectónicos romanos (columnas, entre otros), los tipos de materiales empleados (ladrillo intercalándose la piedra) o el uso que tenían las mazmorras (cárceles). En este contexto, también es digno de mencionar la importancia que adquiere el jardín y el agua en la arquitectura musulmana. 

Ortega concluye insistiendo en que cuando llegan al monumento lo hacen con un conocimiento previo que les permite conocer mejor lo que están viendo en ese momento, así como interesarse más por detalles y experimentarlos en vivo. En definitiva, se sienten más partícipes de la historia.