Destacan las posibilidades socioeconómicas del área de influencia de la Sierra de las Nieves tras su declaración como Parque Nacional
La profesora de Geografía de la UMA María Luisa Gómez es la presidenta de la Junta Rectora del Parque Natural
Categoría: Investigación, portada
El Parque Nacional Sierra de las Nieves, una vez superados todos los trámites administrativos necesarios para pasar de parque natural a parque nacional, afronta ahora retos que, bien encauzados, mejorarán la situación socioeconómica del entorno. La declaración de ‘parque nacional’ es un revulsivo para la zona, pues conlleva una mayor visibilidad, incluso a escala mundial, pero, a juicio de los expertos, “hay que saber gestionarla”.
La presidenta de la junta rectora del parque natural Sierra de las Nieves, la profesora de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Málaga María Luisa Gómez, considera que se abren ahora muchas posibilidades para el área de influencia de este enclave, siempre que, entre otras cosas, se lleve a cabo una gestión respetuosa con el medio ambiente, con el reconocimiento a los minifundistas y con la coordinación de todas las administraciones implicadas, entre otras medidas.
“El objetivo es compatibilizar la gestión de las 80.000 hectáreas de todo el parque con la mejora de la renta de los habitantes de los distintos municipios”, comenta Gómez, con una larga trayectoria a sus espaldas como responsable de la Junta Rectora y como integrante de la misma, además de una vasta experiencia en el estudio de las zonas de alta montaña, en el que pone un profundo carácter humanístico.
Camino hacia la declaración
La Sierra de las Nieves consiguió la declaración de ‘parque nacional’ -la máxima figura de protección medioambiental en España- el pasado 23 de junio, tras su debate y aprobación en el Senado. El viernes 2 de julio se oficializó este logro con la publicación en el Boletín Oficial del Estado. El nuevo parque nacional, decimosexto de todo el país, aglutina el 65 por ciento de la superficie de pinsapares de la península ibérica; toda una novedad, puesto que hasta ahora el pinsapo no estaba presente en la Red de Parques Nacionales.
Además, dispone de varias plantas endémicas, es hábitat de águilas reales y perdiceras, tiene un cangrejo de río autóctono y alberga garduñas, corzos, cabras y nutrias. El terreno se extiende por las localidades de Benahavís, El Burgo, Istán, Monda, Parauta, Ronda, Tolox y Yunquera, pero su zona de influencia se extiende a otras siete localidades, que son reserva de la biosfera (zona de importancia ecológica pero sin protección internacional)
El parque coincide con propiedades públicas gestionadas con criterios de conservación, aunque también hay una superficie importante de pequeños propietarios que realizan su aportación a la defensa del enclave y cuya labor no está reconocida por al sistema de ayudas a aportaciones agrarias. Por eso, Gómez aboga por el reconocimiento de dichos servicios.
“Habría que crear una estructura de comunicación entre los distintos agentes sociales del parque para que los campesinos del entorno sean compensados por los servicios ecosistémicos que prestan. Además, la educación ambiental como fundamento en los parques hay que completarla con la formación de los empresarios locales, para ver qué posibilidades se abren con esta declaración”, señala la experta.
Coordinación
El problema de las sociedades rurales, a diferencia de lo que ocurre en Italia o Francia, es asumir que su función no solo se circunscribe a la producción agraria o ganadera, sino que se extiende al ámbito turístico, ecosistémico y patrimonial. Esto es muy importante para el territorio rural, puesto que todas esas funciones no se pueden separar y la coordinación es vital para ello.
Por poner un ejemplo, el campesino o el ganadero contribuyen al mantenimiento del paisaje al mismo tiempo que proporcionan alimentos de kilómetro cero. Esto conlleva beneficios para los lugareños y para los turistas, que consiguen precios asumibles con una calidad excelente. Pero, a juicio de María Luisa Gómez, todo eso necesita un cambio de mentalidad, tanto en las empresas, como en los agricultores.
La relación entre investigación y gestión para aportar soluciones desde la ciencia es otro de los retos que se abre en la Sierra de las Nieves tras su declaración como parque nacional. Tampoco hay que olvidar el factor turístico, del que la profesora advierte que tiene que estar ligado a la calidad y, por supuesto, al respeto al medio ambiente. En todos los sentidos, incluidos los derivados de la masiva afluencia de público.
Por todo ello, la coordinación entre administraciones es fundamental. La capacidad para trabajar juntos por el mismo objetivo se puso de manifiesto en el momento en que se comenzó a tramitar la declaración del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves, que nació de la voluntad común de la Administración General del Estado, la Administración de la Comunidad Autónoma de Andalucía y los ayuntamientos de otorgar el máximo nivel de protección a un territorio que alberga valores naturales y culturales excepcionales.
El objetivo es garantizar la conservación de una singular riqueza natural, paisajística y cultural, así como los usos y actividades que históricamente han contribuido a conformar dichos valores. Hay mucho que hacer y que consensuar, porque, como advierte la profesora, “hay que tener mucho cuidado con morir de éxito”.