Javier Aracil Santonja, doctor ingeniero industrial, licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid y profesor de la Universidad de Sevilla, fue investido hoy como doctor honoris causa por la Universidad de Málaga, en un acto celebrado en el Rectorado. Emocionado, el homenajeado agradeció a la UMA su nombramiento, recordó sus inicios e hizo un repaso por el caminar de las Escuelas de Ingenierías, en lo que denominó ‘Loa de la técnica y del mundo artificial’.

Aracil Santonja fue apadrinado por el catedrático de Ingeniería de Sistemas de la UMA Alfonso García Cerezo, y recibió los elementos que lo acreditan con tal honor -el título, el birrete, los guantes, el Libro de la Ciencia y el anillo- de manos de la rectora, Adelaida de la Calle. Asistieron a la ceremonia representantes del mundo de la Ingeniería, la empresa y las instituciones, con integrantes de la Diputación y el Ayuntamiento de Málaga entre ellos.

Comenzó el doctorando con un recuerdo a la Málaga del siglo XIX, con un ambiente que definió como “una de las coyunturas promotoras de la industrialización de España”, con familias como los Loring, los Heredia o los Larios. “Hubiese sido lógico –señaló- que cuando en 1850 se crearon las primeras Escuelas Superiores Industriales, Málaga hubiese estado entre ellas”, lo que no fue el caso, dado que la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Málaga no se creó hasta 1990.

Javier Aracil (Alcoy, 1941) decidió ser ingeniero en el contexto de “una España pobre y exhausta, tras una devastadora guerra civil en la que esa carrera resultaba una vía de promoción social a un nivel de vida envidiable por las entonces menesterosas clases medias”. No aspiraba a ejercer la carrera de un modo convencional, puesto que su vocación estaba en el mundo de los libros, lo que no impidió que se incorporara al cuerpo docente de Madrid.

Fue el primero en realizar una tesis doctoral en Ingeniería, tras lo que marchó “a provincias”, concretamente a Sevilla, donde permaneció. Aracil contempla la ingeniería desde el punto de vista humanista. “En el mundo civilizado, si miramos a nuestro entorno, todo lo que vemos es producto de la mano del hombre. (…) Pretender prescindir de la técnica es, en el sentido más estricto, actuar contra natura”.

“La técnica es indisociable del hombre (…) y la ingeniería es la forma más elaborada de la técnica. Las obras de ingeniería son el resultado de la ingeniosa orquestación de determinados fenómenos naturales debidamente manipulados y reconducidos”, añadió, al tiempo que advirtió que “la técnica moderna ha alcanzado tal desarrollo que no es extraño que tengamos la sensación o el temor de que nos haga más vulnerables”.

En este sentido, se mostró convencido de que es inevitable preguntarse: “¿El progreso soportado por la técnica conduce a un mundo mejor para todos o solo para los más dotados?”.

Para responder a estas cuestiones consideró fundamental valorar “el papel capital” que desempeña la ingeniería en nuestro mundo y, en consecuencia, los centros, como el de Málaga, destinados a formar a los futuros ingenieros”.

“Estos centros deberían ser objeto de especial consideración y tratamiento”, sentenció.

Compromiso con la Universidad
Por su parte, la rectora pronunció un discurso que inició con una alabanza al nuevo miembro del Claustro de la Universidad de Málaga, al que definió como “un profesor, un investigador comprometido con la Universidad pública, a la que ha dedicado su vida y lo ha hecho a través de la formación de profesionales, la investigación de la excelencia y la transferencia de sus conocimientos al sector productivo”.

Según señaló, el profesor Aracil “nos ha enseñado a conocer, a comprender, a querer el trabajo  y la misión del ingeniero”. La rectora se remontó a la etimología de la palabra ingeniero: “procede de ingenium, que a su vez viene de geno. Geno es lo genético, lo innato, lo natural. Pero también es genio. (…) El ingenium es una virtud necesaria para desarrollar muchos trabajos, y en la ingeniería tiene una característica especial. Por eso nuestro nuevo doctor honoris causa ha descrito muy bien esas zonas de coincidencia y de diferencia que existen entre los ingenieros y los científicos”.

Recordó que Aracil Santonja ha creado escuela. “Tiene tras de sí una trayectoria de más de medio siglo de docencia”, enfatizó, sin olvidar que, apostando firme por la Universidad, este ingeniero “supo hacer compatible la vida universitaria con la profesión, la dedicación exclusiva con las relaciones con la industria. Supo lanzar la investigación. Modernizó la docencia”. Concluyó la rectora diciendo que el profesor “nos ha enseñado hasta qué punto una Escuela de Ingenieros Industriales puede ser un elemento transformador del entorno”.

Trayectoria
De otro lado, el padrino, Alfonso García Cerezo, asumió la responsabilidad de redactar la laudatio de Javier Aracil Santonja. Nacido en Alcoy, en 1941, además de sus títulos académicos (a los que hay que unir, entre otros, los de vicerrector de la US y director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Sevilla), le alabó el haber sido “uno de los mejores docentes de su Universidad”.

Su trabajo de investigación en Automática se ha centrado en torno a las aplicaciones de la teoría de sistemas dinámicos al modelado y control de sistemas técnicos y socioeconómicos. En este sentido, desarrolló una línea original de investigación, que alcanzó reconocimiento internacional al ser galardonado con el Premio Jay W. Forrester en 1986. Este galardón lo otorga anualmente la System Dynamics Society, por su contribución a este tipo de estudios.

Es coautor de más de 200 publicaciones. En sus últimos años de vida académica se ha centrado sobre todo en estudios sobre Filosofía, Metodología e Historia de la Ingeniera. A este campo ha dedicado mucho de su tiempo. De hecho, puso en marcha la asignatura de "Metodología e Historia de la Ingeniera", asignatura común a los cinco títulos de Ingeniera de la Escuela de Ingenieros de Sevilla.

Posee una larga lista de reconocimientos, entre ellos, el Premio Andalucía de Investigación Científica y Técnica Maimónides en 1990, el Premio Nacional de Automática, CEA 2006 en reconocimiento por sus importantes contribuciones en el campo de control de sistemas no lineales y por su liderazgo en el desarrollo, promoción y diseminación de la Automática en España.