Un estudio muestra la relación entre el aumento del polen en el aire y los contagios por COVID-19
La UMA participa en esta investigación internacional en la que se han analizado 130 estaciones de muestreo de 31 países
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La Universidad de Málaga ha formado parte de un estudio internacional en el que se ha analizado la relación entre las concentraciones de polen en el aire y las tasas de infección por el SARS-CoV-2, constatando que cuando los niveles de polen son más altos, también aumentan los contagios por coronavirus.
La profesora del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA María del Mar Trigo ha sido la encargada de liderar desde la UMA esta investigación, que cuenta con 14 autores principales y más de 150 científicos internacionales implicados. Los resultados han sido publicados recientemente en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America’.
Un trabajo en el que también han participado los investigadores del Grupo de I+D+i de Aerobiología de la Universidad Antonio Picornell y Marta Recio, que partió del hecho de que en la primavera de 2020 el brote de la pandemia de COVID-19 pareció coincidir con la estación del polen de los árboles en el hemisferio norte, según han informado.
Análisis: 130 estaciones de 31 países
El equipo internacional al completo ha recopilado cifras sobre las concentraciones de polen en el aire, las condiciones meteorológicas y las infecciones por el SRAS-CoV-2, teniendo en cuenta la variación de las tasas de infección de un día a otro y el número total de pruebas positivas. En sus cálculos, también han incluido información sobre la densidad de población y los efectos de las medidas de confinamiento. En total, se han analizado datos sobre el polen procedentes de 130 estaciones de 31 países de los cinco continentes.
En concreto, la Universidad de Málaga ha aportado información a partir de su captador de polen ubicado en la estación aerobiológica del campus de Teatinos, uno de las pocos que no ha dejado de funcionar durante todo el periodo de confinamiento.
Gracias a este captador, en funcionamiento de forma ininterrumpida desde el año 1991, desde la UMA se realiza semanalmente un parte polínico para informar a la población sobre las concentraciones de polen en la atmósfera.
“Nunca jamás se ha hecho un despliegue tan amplio como el llevado a cabo por este estudio”, ha afirmado la investigadora María del Mar Trigo.
Variación de la tasa de infección
Así, se ha demostrado que el polen transportado por el aire puede explicar, por término medio, el 44 por ciento de la variación de las tasas de infección, y que la humedad y la temperatura del aire también influyen en algunos casos. Durante los intervalos sin confinamiento, las tasas de infección eran de media un 4 por ciento más altas con cada aumento de 100 granos de polen en el aire por metro cúbico.
Las altas concentraciones de polen provocan una respuesta inmunitaria más débil en las vías respiratorias a los virus que pueden causar tos y resfriados. Los expertos señalan que cuando un virus entra en el cuerpo, las células infectadas suelen enviar proteínas mensajeras. Este es también el caso del SARS-CoV-2. Estas proteínas, conocidas como interferones antivirales, indican a las células cercanas que aumenten sus defensas antivirales para mantener a raya a los invasores. Además, se activa una respuesta inflamatoria adecuada para combatir los virus.
Pero si las concentraciones de polen en el aire son elevadas y se inhalan los granos de polen con las partículas de virus, se generan menos interferones antivirales. La propia respuesta inflamatoria beneficiosa también se ve afectada. Por lo tanto, en los días con una alta concentración de polen, puede producirse un aumento del número de enfermedades respiratorias. Esto también es válido para la COVID-19, según los autores de este estudio, que aclaran que el hecho de que los individuos sean alérgicos a los distintos tipos de polen es irrelevante.